En los talleres que imparto a los colaboradores de las empresas, suelo dedicar un espacio a un tema que no forma parte de su trabajo directo, pero que afecta profundamente su desempeño y bienestar: las finanzas personales. Sorprendentemente, es un tema que despierta gran interés, ya que pocas personas han sido entrenadas en este arte tan necesario.
Es preocupante descubrir que la mayoría de los participantes en mis talleres están «hasta el cuello» de deudas. La falta de educación financiera los lleva a no solo desconocer cómo resolver sus problemas actuales, sino también a no saber cómo evitar seguirse endeudando más. Este problema no solo les afecta a ellos, sino que también repercute en su productividad, su toma de decisiones y su tranquilidad en el lugar de trabajo.
Desde mi perspectiva, las finanzas personales deberían ser una materia obligatoria en las escuelas, desde la secundaria. ¿Por qué? Porque entender conceptos básicos como el presupuesto, el ahorro, el manejo responsable del crédito y la inversión puede cambiar vidas. Y no solo eso: también puede transformar la dinámica de una empresa, ya que colaboradores financieramente estables son colaboradores más enfocados, comprometidos y felices.
En mis talleres, no solo hablo de números; invito a los participantes a reflexionar sobre sus hábitos de consumo, sus prioridades y sus metas financieras. Les enseño que, al igual que en las ventas, un plan estratégico es esencial para tener éxito en la vida financiera.
La reacción es siempre positiva. Muchos me agradecen por tocar un tema tan «personal» en un espacio profesional, pero creo firmemente que un colaborador feliz en su vida personal será más eficiente en su vida laboral.
¿Deberíamos enseñar educación financiera en nuestras empresas y escuelas? ¿Cómo crees que influiría en el rendimiento de los equipos y en la sociedad en general?