Soy consultor en Experiencia del Cliente y Ventas, y después de varios años en esta profesión, he notado un patrón que probablemente también les suene familiar a otros consultores, médicos, abogados, arquitectos, entre otros. Cada vez que alguien me encuentra, no falta quien me pida una «recomendación rápida» o un «consejito» para resolver su problema.
Es natural querer aprovechar el momento para resolver una duda. Pero aquí está el detalle: lo que para ellos parece «solo una preguntita» para nosotros representa años de experiencia, estudio y práctica profesional. Es como pedirle a un chef que te cocine algo «rápido» cuando lo encuentras en una cena.
Una buena amiga abogada me compartió su estrategia para estas situaciones, y debo decir que me pareció brillante. Ella responde con una sonrisa y esta frase infalible:
“Mis consejos son gratis, pero una recomendación requiere factura.”
¿Por qué es importante establecer este límite?
- Respeto por el valor del conocimiento: Detrás de cada recomendación hay una inversión de tiempo, dinero y esfuerzo. Darlo gratis a la primera petición desvaloriza el trabajo.
- Evitar la trampa de la «gratuidad continua»: Si accedes a la primera, te convertirás en el «consultor de bolsillo» para esa persona.
- Fomentar la profesionalización de la industria: Cuando cobramos por nuestro conocimiento, contribuimos a que la profesión sea valorada.
¿Cómo manejar estas situaciones?
Responde con humor, pero con firmeza: La frase de mi amiga es un ejemplo perfecto. Suena simpática, pero deja el mensaje claro.
- Redirige la conversación hacia una consulta formal: «Con gusto te puedo ayudar, ¿te parece si agendamos una sesión para revisar tu caso a fondo?»
- Reafirma tu valor con un ejemplo: «La solución a eso requiere un análisis más profundo. Justo eso es lo que hago para mis clientes, y los resultados siempre superan sus expectativas.»
Recuerda:
Si queremos que nuestra profesión sea respetada, tenemos que empezar por respetarla nosotros mismos. Los «consejitos rápidos» muchas veces son el equivalente a un diagnóstico médico o a un plano arquitectónico. No se regalan, se valoran.
Así que la próxima vez que alguien te pida «solo una sugerencia», recuerda esta frase poderosa: “Mis consejos son gratis, pero una recomendación requiere factura.”