Hoy en día, muchos jóvenes parecen creer que lo saben todo. Con el acceso inmediato a información a través de la tecnología, es fácil caer en la ilusión de tener el conocimiento al alcance de la mano. Sin embargo, hay una diferencia crucial entre la información y el verdadero entendimiento. Los que hemos aprendido a lo largo de los años, sabemos que el conocimiento profundo no surge de asumir que lo sabemos todo, sino de hacer preguntas, de cuestionar y de explorar más allá de lo evidente.
Una frase que me acompaña siempre es: «Cuento con seis honrados servidores que me enseñan todo lo que sé, se llaman: ¿Dónde, Qué, Cuándo, Quién, Cómo y Por Qué.» Estas seis preguntas, aparentemente simples, son la base del conocimiento y el motor de la curiosidad. Son las herramientas que nos llevan a descubrir nuevos caminos, a cuestionar lo que parece inmutable y a entender lo que, a simple vista, puede parecer confuso.
Cuando miro alrededor, veo a muchos jóvenes con la respuesta rápida a todo, pero pocas preguntas profundas. No es que no tengan acceso a la información, sino que la confianza excesiva en la tecnología ha hecho que pregunten menos. Sin embargo, aquellos que sobresalen no son los que simplemente tienen respuestas, sino los que hacen las preguntas correctas. Preguntar es el primer paso hacia el aprendizaje genuino.
Hacer preguntas no significa dudar de lo que uno sabe, sino querer saber más. Las preguntas correctas nos permiten expandir nuestra visión del mundo. ¿Qué hace que una idea funcione? ¿Dónde puedo aplicar lo que he aprendido? ¿Cómo puedo mejorar mis habilidades? Son estas preguntas las que nos retan a salir de nuestra zona de confort.
Preguntar sobre el «Cuándo» nos ayuda a entender el contexto histórico y a aprender de los errores y aciertos de otros. Preguntar por el «Quién» nos permite aprender de los grandes maestros, de aquellos que ya han recorrido el camino que deseamos seguir. Los jóvenes que se apoyan en el conocimiento de quienes los preceden tienen una ventaja competitiva: aprenden de la experiencia sin tener que repetir los errores.
Una de las preguntas más poderosas es el «Por qué». Entender las razones detrás de una acción, una decisión o un resultado es lo que realmente nos hace crecer. ¿Por qué funcionan ciertos métodos? ¿Por qué fracasan algunos intentos? Preguntar «Por qué» nos lleva a la raíz de los problemas y nos permite encontrar soluciones más efectivas.
El desafío de hoy: recuperar la curiosidad
A los jóvenes de hoy les hago una invitación: no dejen de preguntar. El conocimiento no viene de asumir que todo está resuelto, sino de cuestionar lo que creemos saber. La curiosidad es la chispa que enciende la llama del aprendizaje continuo. Nunca debemos perderla, y debemos recordarnos a nosotros mismos que es mejor tener una pregunta sin respuesta que una respuesta sin reflexión.
