En el mundo de las empresas y el crecimiento profesional, hablar de formación y entrenamiento suele generar debates. ¿Son necesarios ambos? ¿Puede uno reemplazar al otro? Desde mi experiencia en formación de equipos, he llegado a verlos como una pareja esencial para lograr un cambio verdadero en las personas y las organizaciones. Son como una tuerca y un tornillo: por separado, tienen una funcionalidad limitada. Es cuando los unes correctamente que generan valor y se convierten en el motor que impulsa los resultados.
El entrenamiento/capacitación tiene que ver con el desarrollo de habilidades específicas y técnicas: saber hacer. En este nivel, enseñamos procesos, repetimos prácticas, y aseguramos que los colaboradores sepan ejecutar tareas de manera eficiente. Sin embargo, el conocimiento técnico sin una base sólida de principios y valores, puede quedarse en acciones mecánicas, sin impacto duradero en el cliente ni en el equipo.
Por otro lado, la formación se centra en algo más profundo. No solo en las acciones, sino en la mentalidad y las actitudes que las motivan. Formar es enseñar a ser. Formar a alguien es trabajar en su visión, en sus valores y en su comprensión de por qué hace lo que hace. Esta parte es clave para transformar el comportamiento de alguien y alinear su propósito personal con el de la empresa.
Cuando estos dos conceptos se combinan, el efecto es poderoso. La formación provee el “por qué” y los principios que guían a la persona, mientras que el entrenamiento ofrece el “cómo” y el “qué” en términos de habilidades prácticas. Esta sinergia es la base de un cambio duradero. Al igual que una tuerca y un tornillo, uno completa al otro y permite construir una estructura sólida.
En una empresa centrada en el cliente, esta combinación se convierte en la base para una experiencia consistente y de calidad. Los colaboradores no solo saben hacer bien su trabajo, sino que lo hacen con convicción y propósito, lo que se traduce en un servicio que va más allá de lo esperado.
En mi experiencia de más de 58 años en Experiencia del Cliente y Ventas, puedo decir que el éxito sostenible no se logra solo con habilidad ni solo con convicción. Requiere de ambos. Recordemos que una tuerca y un tornillo solos pueden tener cierto valor, pero juntos crean un impacto significativo. Apostemos, entonces, por una cultura organizacional que integre la formación y el entrenamiento como pilares inseparables del crecimiento y la excelencia.