La Falsa Motivación y el Verdadero Cambio en las Empresa.
En el mundo empresarial, es común ver que algunas empresas optan por contratar conferencistas o animadores para “motivar” a sus equipos. La intención puede parecer válida: un evento de recreación, risas y entusiasmo puede generar un cambio positivo en el estado de ánimo. Sin embargo, muchos directivos olvidan que la motivación real va mucho más allá de una jornada de entretenimiento. Es como sacar a un pez de una pecera sucia, llevarlo temporalmente a una pecera limpia y luego devolverlo a la misma agua contaminada. ¿Qué beneficio puede traer un fin de semana de motivación si, al volver, el ambiente laboral sigue igual de tóxico y desmotivador?
Contratar a un conferencista experto en recreación dirigida puede tener un efecto positivo temporal, pero cuando el equipo vuelve a un entorno donde los valores, la comunicación y el propósito son inconsistentes o inexistentes, el esfuerzo y los recursos invertidos pierden sentido. La motivación superficial es una ilusión que desvanece al enfrentar la rutina diaria y los problemas estructurales que nunca fueron atendidos.
Contratar a un “Showman” que entretenga puede parecer una solución rápida y accesible, pero no ataca la raíz de los problemas en el ambiente laboral. Muchos directivos creen erróneamente que motivar a sus equipos es solo cuestión de elevar los ánimos temporalmente, ignorando que la verdadera motivación viene de una cultura empresarial sana y comprometida. ¿Qué pasa cuando el equipo vuelve a enfrentarse con procesos ineficientes, líderes ausentes o poco empáticos y una cultura organizacional carente de visión? La motivación se disuelve, y los empleados se encuentran nuevamente atrapados en el ciclo de desmotivación.
Para que la motivación sea duradera, las empresas deben centrarse en mejorar el ambiente interno, la comunicación y el sentido de pertenencia. Los empleados necesitan algo más profundo que risas pasajeras; necesitan encontrar valor en lo que hacen, saber que sus esfuerzos tienen impacto y que son apreciados por sus líderes. La responsabilidad de un entorno motivador es, en última instancia, del liderazgo, que debe asegurarse de que todos los empleados se sientan valorados y que el ambiente permita el crecimiento personal y profesional.
Para recordar:
La próxima vez que piense en motivar a su equipo, no busque una solución rápida o superficial. La motivación real no se compra con un evento de fin de semana; se construye día a día mediante una cultura organizacional sólida y comprometida. Sin cambios profundos en el entorno de trabajo, los esfuerzos de motivación se perderán. Recuerde, no se trata de “hacer reír” a su equipo; se trata de darle un propósito y un entorno donde puedan crecer y prosperar.