No tire su dinero…
A lo largo de mi carrera, he dictado innumerables conferencias y talleres a empresas que, con muy buenas intenciones, buscan cumplir con su cuota de capacitación empresarial. Sin embargo, en muchos casos, estas empresas cometen un grave error: creen que una simple sesión de entrenamiento cambiará radicalmente la actitud o comportamiento de su equipo. Y es aquí donde surge el problema.
Es común escuchar después de los talleres frases como: «La gente sigue igual, no cambia». Lo que muchos no se dan cuenta es que el verdadero cambio no comienza con la capacitación de los empleados, sino desde la misma dirección de la empresa. Son los líderes quienes deben estar comprometidos primero en modificar sus enfoques, sus estrategias y, sobre todo, su mentalidad.
Capacitar a las personas sin que haya un compromiso real por parte de la directiva es, en esencia, mandar a alguien cambiado de vuelta a una organización que sigue siendo la misma. El empleado regresa con nuevas ideas, habilidades y motivación, pero se encuentra con las mismas barreras, los mismos procesos obsoletos y la misma resistencia al cambio.
Es un gran error pensar que la capacitación es un «checklist» que se marca como cumplido y ya está. No se trata de cumplir con un requisito, sino de abrazar el cambio desde la raíz. ¿Cómo se espera que el personal se comporte de manera diferente si la empresa sigue operando bajo las mismas políticas que impiden el crecimiento?
El verdadero cambio organizacional requiere un compromiso genuino por parte de la alta dirección, quienes deben ser los primeros en demostrar el comportamiento que quieren ver replicado en su equipo. Cuando esto no sucede, la capacitación se convierte en una inversión perdida. No basta con motivar a los empleados si la estructura en la que trabajan no apoya su desarrollo.
Muchas veces las empresas caen en la trampa de ver la capacitación como una charla motivacional, cuando en realidad debería ser vista como una estrategia integral para la mejora continua. La transformación no comienza y termina con los empleados; comienza con la Dirección General, quienes deben estar totalmente alineados con los objetivos de la capacitación y comprometidos a implementar los cambios necesarios para que el aprendizaje se traduzca en mejoras reales.
Un liderazgo que no se transforma, no puede esperar un cambio significativo en su equipo. Por eso, cuando se dice que «la gente sigue igual», lo que realmente está ocurriendo es que la empresa no ha cambiado su estructura ni sus formas de hacer las cosas.
Recuerda:
La próxima vez que tu empresa considere una capacitación, pregúntate primero: ¿Estamos realmente comprometidos con el cambio o solo estamos cumpliendo con un requisito? Porque si no hay un cambio real desde la cúpula, lo único que estamos haciendo es enviar a personas con nuevas herramientas a un entorno que sigue siendo el mismo. Y eso, amigos, es tirar el dinero de su empresa.