Olvidar lo viejo y aceptar lo nuevo.

El desafío de olvidar lo viejo para aceptar lo nuevo.

En el mundo de los negocios, el cambio es una constante. Nuevas tecnologías, metodologías y enfoques emergen constantemente, y las empresas se ven obligadas a adaptarse si quieren sobrevivir y prosperar. Sin embargo, como dijo una vez John Maynard Keynes: «La cosa más difícil del mundo no es que las personas acepten nuevas ideas, sino hacerles olvidar las viejas.»

Esta frase me recuerda un pasaje bíblico significativo: cuando Moisés logró sacar a los israelitas de Egipto, pero no pudo sacar a Egipto de los israelitas. A pesar de haber sido liberados de la esclavitud, muchos seguían aferrados a las costumbres y hábitos que habían adquirido en Egipto. Este fenómeno es un claro reflejo de lo que ocurre en muchas organizaciones hoy en día: el cambio físico o estructural puede ser implementado, pero cambiar la mentalidad y la cultura arraigada es un desafío mucho mayor.

Las personas tienden a aferrarse a lo que les resulta familiar, incluso si lo nuevo promete ser mejor. En el ámbito empresarial, esta resistencia al cambio puede manifestarse en la famosa frase: «Siempre lo hemos hecho así». Este tipo de mentalidad impide que las empresas evolucionen y que los empleados se adapten a nuevas formas de trabajar que podrían beneficiarles.

Entonces, ¿cómo podemos ayudar a las personas a olvidar lo viejo y abrirse a lo nuevo? Primero, es esencial comprender que el cambio no se impone, se construye. No basta con implementar nuevas políticas, herramientas o procesos; hay que trabajar en la mentalidad de las personas, involucrándolas en el proceso de cambio y haciéndolas partícipes de sus beneficios. Solo así, poco a poco, se puede ir dejando atrás lo viejo y permitiendo que lo nuevo tome su lugar.

Moisés pudo sacar a su pueblo de Egipto, pero no pudo cambiar la mentalidad de aquellos que preferían lo conocido, aunque esto significara permanecer en la esclavitud. De manera similar, en las organizaciones, no basta con cambiar las estructuras o introducir nuevas ideas. Es necesario trabajar en el corazón y la mente de las personas para que se animen a soltar lo antiguo y abrazar lo nuevo con esperanza y disposición.

El verdadero cambio se logra cuando, más allá de aceptar nuevas ideas, logramos desprendernos de las viejas creencias que nos limitan. Ahí radica el desafío, y ahí también, la oportunidad de transformar el presente y construir un futuro mejor.

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