Cuando se habla de llevar a cabo un cambio de cultura dentro de una empresa, es común escuchar recomendaciones que sugieren iniciar estudiando el mercado, a la competencia, o cualquier otra realidad externa que pueda influir en el negocio. Aunque estas estrategias externas tienen su valor, en mi experiencia, el verdadero cambio debe comenzar desde adentro, desde las raíces de la propia organización.
Volver a los Orígenes
La cultura de una empresa no es solo un conjunto de normas o procedimientos; es la esencia de la compañía, es aquello que une a las personas que la integran. Por eso, antes de mirar hacia afuera, propongo una introspección. ¿Qué significa esto en la práctica? Significa volver a los orígenes, recordar los inicios de la empresa y preguntarse: ¿qué nos motivó a empezar? ¿Cuál era nuestra misión original? Muchas veces, en el día a día, estas motivaciones se van diluyendo y perdiendo, pero rescatarlas puede ser un gran punto de partida para un cambio cultural sólido y auténtico.
El mercado y la competencia son importantes, pero la verdadera fuerza de una empresa reside en su gente. Involucrar a los colaboradores en el proceso de cambio es fundamental. Ellos son quienes viven y respiran la cultura de la empresa todos los días, quienes conocen las fortalezas y debilidades desde adentro. Escuchar sus voces y permitirles ser parte activa del proceso genera un sentido de pertenencia y compromiso que ninguna estrategia externa puede replicar.
Por eso, aconsejo que, antes de mirar al mercado o a la competencia, se mire hacia adentro, que se escuche a la gente y se trabaje con ellos. El cambio cultural no se impone desde afuera; se construye junto a quienes son parte fundamental de la organización.
Cada empresa tiene una historia, y esa historia es un pilar fundamental para construir el futuro. Los valores que guiaron a la compañía en sus primeros años, las experiencias y aprendizajes que marcaron su camino, y las personas que ayudaron a levantarla, son todos elementos que deben rescatarse para transformar la cultura.
Algunos podrían pensar que el pasado no tiene relevancia en un entorno empresarial cambiante, pero recordar quiénes somos y por qué comenzamos puede ser la clave para redefinir hacia dónde vamos. En lugar de buscar inspiración únicamente en lo que hacen los demás, propongo que las empresas miren primero a su propia historia, la honren y la utilicen como brújula para guiar su transformación cultural.
Parece fácil, no lo es.
El cambio de cultura en una empresa no es tarea fácil, pero cuando se inicia con una mirada interna, honesta y auténtica, se siembra una base sólida. Al trabajar junto a los colaboradores, al valorar sus perspectivas y al recordar los orígenes, se construye una nueva cultura que no solo se adapta a las demandas externas, sino que se convierte en un verdadero motor de crecimiento, desarrollo y sostenibilidad para el futuro.
En resumen, antes de estudiar el mercado o la competencia, miremos a nuestra propia gente y a nuestra historia, porque allí, en lo que somos y en lo que hemos sido, se encuentra la verdadera clave para el cambio.