Política de puertas abiertas…
La «política de puertas abiertas» es un concepto ampliamente promovido por los ejecutivos como muestra de transparencia y accesibilidad. Sin embargo, en muchas empresas, esta política se queda en palabras vacías. Aunque en teoría se fomenta la comunicación y la colaboración entre todos los niveles, en la práctica, los ejecutivos suelen pasar largas horas en reuniones a puertas cerradas, acompañados únicamente por uno o dos asesores de confianza. Este comportamiento no solo contradice el concepto de puertas abiertas, sino que también envía un mensaje confuso a los empleados.
Es común que estos líderes se muestren interesados en la opinión de sus colaboradores, organizando reuniones para escuchar sus ideas y sugerencias. Incluso pueden parecer genuinamente comprometidos, utilizando frases como “todas las opiniones cuentan” o “queremos escuchar sus ideas”. Pero la realidad es que, cuando llega el momento de tomar decisiones importantes, lo hacen en privado, sin consultar realmente a aquellos que dijeron valorar. Una vez tomadas, las decisiones se anuncian al resto de la empresa, como si las opiniones recabadas previamente solo fueran un trámite para dar la apariencia de inclusión.
Este tipo de comportamiento puede generar desconfianza y desmotivación entre los empleados. ¿De qué sirve expresar una opinión si, al final, las decisiones se toman en un círculo cerrado? La falta de transparencia y la inconsistencia entre las palabras y las acciones debilitan la cultura organizacional y socavan la moral de los trabajadores.
¿Te resulta familiar esta situación en la empresa donde trabajas? Si es así, es momento de reflexionar si la política de puertas abiertas es realmente un pilar de la cultura organizacional o simplemente una fachada. Un verdadero liderazgo implica ser accesible no solo en teoría, sino en la práctica, escuchando y tomando en cuenta la voz de todos, para construir una empresa más inclusiva y comprometida.