¿Por qué intentar cambiar a las personas no funciona?

Muchos directivos están gastando tiempo, dinero y energía en intentar que sus empleados «se cambien a sí mismos». Esperan que, con suficientes capacitaciones y discursos motivacionales, las personas adopten nuevas actitudes y comportamientos. Sin embargo, esta estrategia rara vez genera los resultados esperados, y en algunos casos, hasta provoca resistencia o desmotivación en los equipos. ¿Por qué? Porque esta estrategia ignora un factor fundamental: el entorno laboral.

Pedirle a una persona que se transforme sin tocar el ambiente que la rodea es, en el mejor de los casos, un esfuerzo ineficaz, y en el peor, una receta para la frustración.

Casi todos respondemos de manera natural a nuestro entorno. Los empleados no son diferentes. Pueden tener las mejores intenciones, pero si su entorno laboral no respalda los comportamientos que se les pide, es muy probable que vuelvan a las viejas costumbres o, peor aún, que terminen sintiéndose agotados y confundidos.

Un entorno positivo, de apoyo y alineado con los valores y objetivos de la organización no solo promueve los comportamientos deseados, sino que los refuerza a diario. Por el contrario, si el entorno no cambia, intentar cambiar a las personas es como querer que una planta crezca en un terreno estéril: se requiere mucho esfuerzo, y aun así, el resultado será limitado.

Entonces, ¿qué debemos hacer?

  • Identificar barreras en el entorno: En lugar de culpar a las personas por comportarse de cierta manera, analicemos qué aspectos del entorno laboral pueden estar desmotivando o impidiendo los comportamientos deseados. ¿Existen políticas restrictivas? ¿Hay sistemas de recompensas mal alineados? ¿Falta comunicación clara entre departamentos?
  • Crear un ambiente de apoyo: ¿Qué tan alineado está el entorno con los valores y objetivos de la empresa? Los líderes deben esforzarse por crear un ambiente en el que los comportamientos deseados sean la opción más lógica y accesible. Esto puede incluir modificar políticas, ajustar los sistemas de reconocimiento y recompensas o simplemente fomentar un ambiente de respeto y confianza.
  • Formar, no solo capacitar: Es crucial entender que la verdadera formación implica enseñar a ser, no solo a hacer. No es suficiente enseñar habilidades; también hay que inspirar un sentido de propósito, que permita que el cambio de comportamiento sea un proceso natural, alineado con los valores personales y laborales de cada empleado.

Los empleados no necesitan «cambiarse a sí mismos» en un vacío. Lo que realmente necesitan es un entorno que los motive y respalde. Cuando el entorno es correcto, el cambio deja de ser forzado y se convierte en algo casi inevitable.

Crear un ambiente propicio para el crecimiento es la estrategia que funciona. La pregunta es: ¿estamos realmente comprometidos en cambiar el entorno de trabajo, o seguiremos culpando a los empleados por no cambiar?

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